4 estrategias para superar nuestros prejuicios.

Una pareja de unos 30 años entra en un estudio de yoga para solicitar información sobre las clases. Mientras la chica habla con la encargada, su novio mira aburrido la decoración del local y consulta su móvil. Cuando han terminado, la encargada le pregunta al chico:

– Y tú, ¿no te animas a probar una clase?

No gracias, es que yo no soy nada flexible – dice él, con una sonrisa medio forzada.

Bueno precisamente por eso deberías de practicar ¿no? –

Esta situación se produce a diario en casi todos los estudios de yoga del mundo y pone de manifiesto dos aspectos muy interesantes sobre la rigidez de nuestros patrones mentales.

El primero tiene que ver con los prejuicios y el ego. El chico tenía una idea preconcebida sobre que el yoga es una actividad para chicas, y es muy difícil hacer cambiar de opinión a alguien que tiene una idea muy asentada sobre algo. Muchos hombres “no se ven” haciendo posturas porque sienten que van a hacer el ridículo.

Romper esa barrera requiere flexibilidad mental y apertura a la experimentación, ya que los prejuicios son la antesala de la rigidez de pensamiento y de acción.

Nuestro ego nos impide muchas veces ser humildes y valientes para aceptar que nuestras concepciones pueden estar equivocadas

Nuestro ego nos impide muchas veces ser humildes y valientes para aceptar que nuestras concepciones pueden estar equivocadas.  Instalamos en nuestra mente un pensamiento, una idea, muchas veces basada en opiniones de terceros y actuamos en consecuencia con ella. Cuando más antiguo sea el prejuicio, menor flexibilidad tendremos, ya que nuestra manera de ver el mundo y nuestras ideas asentadas son lo que nos da seguridad sobre quienes somos y ,en definitiva, sobre nuestra identidad.

Nuestras ideas asentadas son lo que nos da seguridad sobre quienes somos y, en definitiva, sobre nuestra identidad

El segundo patrón mental tiene que ver con nuestro ámbito de seguridad, o lo que llamamos “nuestra zona de confort”. Somos personas de hábitos y costumbres, y estamos cómodos realizando actividades que conocemos o que llevamos mucho tiempo haciendo. Salir de nuestra zona de confort puede ser igual de liberador como de aterrador. El primer momento en el que nos enfrentamos a algo nuevo, sobre todo cuando nos expone ante los demás, es una barrera compleja de superar. Piensa que si somos capaces de romper, o al menos cuestionar, estos dos patrones mentales, se abre ante nosotros un mundo fascinante en el que podremos experimentar nuevas sensaciones y descubrir versiones mejoradas de nosotros mismos.

 

¿Qué podemos hacer para romper estos patrones?

Siguiendo con el ejemplo, te planteo cuatro estrategias que nos pueden ayudar y que se pueden extrapolar a otros ámbitos:

1. No te comprometas a largo plazo. 

La mayoría de los estudios de yoga ofrecen clases de prueba o clases sueltas. Mejor que comprarte un bono, empieza probando una clase. Empezar una actividad con la libertad de saber que no tienes la “obligación” de volver te permite afrontarla sabiendo que lo peor que te puede ocurrir es que pases una hora mala y luego no tengas que volver.

2. Empieza manteniendo un perfil bajo. 

Si te genera incomodidad la posibilidad de verte expuesto o de ser el centro de atención en algo que sientes que no vas a estar cómodo, pídele al profesor que te reserve un sitio en la parte de atrás dónde se te vea lo menos posible. Aprovecha la clase para observar y tratar de liberarte un poco sin la presión de ser observado.

3. Habla con semejantes. 

Trata de hablar con alguien que haya pasado por la misma situación, entiende cómo se sintió al principio y cómo se siente ahora. Piensa que la complicidad y la empatía son dos armas muy poderosas a la hora de romper patrones. Saber que no eres el primero que pasa por esa situación, y que otros cómo tú ya han recorrido mucho camino, nos puede proyectar a nosotros mismos al futuro. Siempre es más fácil seguir una huella que crearla.

4. Pide ayuda. 

Estamos acostumbrados a hacer las cosas por nosotros mismos, no nos gusta ser dependientes porque lo ligamos a debilidad. Siguiendo con el ejemplo, una manera de hacerlo sería decirle al profesor:
– Mañana va a ser el primer día que venga, estoy un poco  inquieto porque no se a qué voy a enfrentarme, ¿qué me recomendarías hacer antes, durante y después de la clase?

Estamos acostumbrados a hacer las cosas por nosotros mismos, no nos gusta ser dependientes porque lo ligamos a debilidad.

Estas cuatro estrategias son perfectamente extrapolables a prácticamente cualquier ámbito de actividad nueva que quieras hacer. Romper poco a poco los moldes de nuestros patrones mentales, nos va a aportar la posibilidad de experimentar nuevas sensaciones, descubrir partes de nosotros mismos que desconocíamos y, casi lo más importante, tener la posibilidad de descubrir llevar una vida no sólo más plena, sino también más divertida.